Mittwoch, 10. Oktober 2012

Rubén Blades: G.D.B.D.

Despiertas. No has podido dormir muy bien. Te levantas.
Caminas y pisas uno de los charcos de orine que el nuevo
perro ha dejado por toda la casa. Maldiciendo, entras al baño
brincando en una sola pierna, enciendes la luz y restriegas
el pie sobre la cubierta que tu esposa le puso al excusado.
Vas hasta la bañadera blanca, abres los dos grifos del agua
y controlas la temperatura. Levantas la cosa esa que no sabes
cómo se llama y que hace que el agua salga por la regadera.
Te bañas. No cantas. Sales de la tina. Te secas con una toalla
que dice "Disneylandia". Te subes a una balanza que da siempre
pesos diferentes, pero aproximados. Cuando te estás afeitando,
suena el despertador. Tu mujer abre los ojos. Mira la hora.
Lo apaga. Se levanta, de su lado de la cama. Cada uno tiene
su lado de la cama. Cada uno tiene su lado en todo. Tú la sientes
saliendo del cuarto, rumbo a la cocina. El vecino de arriba prendió
el tocadisco. Terminas de afeitarte. Te limpias las cortaditas
con papel higiénico que se te queda pegado a la piel. Te pones
el desodorante, "24 horas de protección constante." Un poco
de colonia para después de afeitarte. Te arde la cara. Sales
del baño. Pisas otra vez el orine del perro. Le mientas la madre,
en voz alta. Tu esposa, desde la cocina, te pregunta qué te pasa.
Tú le explicas gritando por qué no quieres otro perro en la casa.
Mientras te secas el pie con la toalla mojada que dice "Disneylandia",
ella se aparece y silenciosamente seca el charco de orine. Vas
al closet y sacas la ropa que te vas a poner. Miras el reloj. Hueles
el café. Te vistes. No encuentras la correa. Te haces la corbata
dos veces porque la primera vez la parte de atrás te quedó más larga
que la parte de adelante. Vas a la cocina. Tu esposa ya preparó
tu desayuno. Le hablas otra vez del perro. Ella, sin contestarte,
te recuerda que hay que pagar la cuenta de la luz y la matrícula
de la escuela de los chiquillos. Cuelgas tu jacket del borde de la silla
y te sientas en la mesa de la cocina. Tu esposa enciende el radio.
Están transmitiendo las noticias. Mientras escuchas, mojas el pan
en el café, como te enseñó tu papá cuando eras niño. Suena
el teléfono. Tu esposa lo contesta. Es para ti. De la oficina. Hoy van
a arrestar al tipo. Va un carro a recogerte. Que lo esperes abajo.
Cuelgas el teléfono. Vas a tu cuarto. Abres la segunda gaveta
del armario. Tu gaveta. Sacas tu libreta y tus lentes negros. Vas
a la cama. Levantas el colchón y sacas tu revólver. Vas a la cocina,
tomas tu jacket y lo pones todo en el bolsillo de adentro. Tu esposa
te observa. Le das un beso al espacio, al lado de la mejilla, que ella
no devuelve, ¿o sí? Abres la puerta y bajas por la escalera de madera,
saltando los escalones de dos en dos. Llegas a la calle. Ves
al camión recogiendo la basura. Aún está oscuro, pero huele a mañana,
varón.

Algo sobre la letra de G.D.B.D.:

"¿El objeto de G.D.B.D. (gente despertando bajo dictaduras)? Tomé un cuento corto y lo canté. Siempre he discutido con los cerebros, los literatos, que se andan quejando de que la chusma no lee y no entiende, pero que no han hecho nada para que su producción llegue al pueblo. Hemos vendido más de 150,000 copias y puedo decir que la gente no sólo  ha leído, sino que se ha aprendido este cuento corto. Con G.D.B.D. se trata de darse un abrazo entre lo musical y lo literarario.

Tomado de :

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